De camino a Lamin, donde se sitúa la escuela, veo puestos de comercio de todo tipo de bienes y alimentos que venden en la calle principalmente mujeres, que al parecer son las que levantan el país. Los coches, en su mayoría de segunda mano, circulan esquivando peatones que cruzan de un lado a otro. En seguida te das cuenta de lo colorido del país (seguramente sea común en todo el continente). Las mujeres lucen trajes y pañuelos de vivos colores que a menudo contrastan con los burkas islámicos que se dejan ver de vez en cuando.

Al caminar por Lamin pronto te sientes acogido ya que los niños te saludan con una amplia sonrisa en la cara. A menudo acompañan el saludo con el grito de «Toubab» que significa en Mandinga, una de las lenguas locales «blanco». Parece que ser europeo en Gambia es una curiosa atracción para los niños locales. Javier debe ser el «Toubab» más célebre del lugar, ya que todos le saludan en castellano. Su casa parece estar siempre llena de niños y niñas vecinos que vienen a curiosear, coger agua de su fuente, pasar la tarde o cenar juntos. Aquí los niños son de todos, todos se conocen, todos se ayudan y el sentimiento de comunidad parece muy fuerte.
Todo indica a que el mes va a enseñarnos mucho sobre una cultura muy diferente a la occidental y nuestro objetivo será enseñarles lo mejor que tenemos pero también aprender de sus costumbres y modo de vida.
Gracias Juan por darnos una idea tan detallada de lo que me voy a encontrar.